Este es el sueño.
Cuando nació el diario del derrumbe me enfrentaba ante la dolorosa decisión de abandonarlo todo y dejarme caer; en caída libre.
El panorama era desolador. Acumulaba una serie de frustraciones y relaciones que parecían topar en el mismo lugar: el yo.
Entonces, apareció ella.
La posibilidad de una isla en medio de un mar de desesperanza, de un mar de abandono, de un mar en el cual ya me había rendido y había bajado los brazos diciendo: "nunca más".
Mi psicóloga, era que no, se espantó ante tal decisión. Me dijo que luchar contra el deseo era ir en contra de la naturaleza del ser humano. Sin embargo, me mantuve firme hasta que ella llegó.
No era una pataleta post-otro-fracaso-amoroso.
Traté de explicar, lo mejor que pude, que era un cambio de dirección, una apuesta mucho más osada que el de seguir tratando y tratando. Le debo la inspiración, debo reconocerlo, al fabuloso libro Las partículas elementales de Michel Houellbecq y a Michel Djerzinski, su protagonista.
Era la vida que vivimos.
Y entonces apareció ella. Como una ironía del destino: omnipresente en mi vida de hace tres años; inquieta y turbadora.
Ella me hizo decir "Ok. Intentémoslo por última vez".
Y aquí estoy. Y aquí estamos.
Osando soñar una vida diferente, rebelándonos ante la vida que nos dicen que debemos vivir.
Es una afrenta, un insulto al mercado, al capitalismo y a la sociedad que cría la bestia. Como dice C. peri Rossi: "El amor es derroche, es exceso. No se puede estar enamorado y al mismo tiempo preservarse, guardar algo, producir, lucrar, invertir, enriquecerse (...) el amor es antieconómico, inflacionario. Cualquier reflexión que provenga de una economía que no sea la del gasto pertenece al sistema del desamor, no del amor. Esta relación no te conviene, escucho decir a menudo, y el comentario me produce verdadero escándalo. Es porque me siento rico (es decir: porque puedo derrochar mi energía, mi atención, mi espíritu, mi sueño, mi ánimo, mi dolor, mi alegría), es porque estoy en el exceso que amo, no lo contrario. No quiero guardar nada para mí" (Solitario de amor)
Cuando nació el diario del derrumbe me enfrentaba ante la dolorosa decisión de abandonarlo todo y dejarme caer; en caída libre.
El panorama era desolador. Acumulaba una serie de frustraciones y relaciones que parecían topar en el mismo lugar: el yo.
Entonces, apareció ella.
La posibilidad de una isla en medio de un mar de desesperanza, de un mar de abandono, de un mar en el cual ya me había rendido y había bajado los brazos diciendo: "nunca más".
Mi psicóloga, era que no, se espantó ante tal decisión. Me dijo que luchar contra el deseo era ir en contra de la naturaleza del ser humano. Sin embargo, me mantuve firme hasta que ella llegó.
No era una pataleta post-otro-fracaso-amoroso.
Traté de explicar, lo mejor que pude, que era un cambio de dirección, una apuesta mucho más osada que el de seguir tratando y tratando. Le debo la inspiración, debo reconocerlo, al fabuloso libro Las partículas elementales de Michel Houellbecq y a Michel Djerzinski, su protagonista.
Era la vida que vivimos.
Y entonces apareció ella. Como una ironía del destino: omnipresente en mi vida de hace tres años; inquieta y turbadora.
Ella me hizo decir "Ok. Intentémoslo por última vez".
Y aquí estoy. Y aquí estamos.
Osando soñar una vida diferente, rebelándonos ante la vida que nos dicen que debemos vivir.
Es una afrenta, un insulto al mercado, al capitalismo y a la sociedad que cría la bestia. Como dice C. peri Rossi: "El amor es derroche, es exceso. No se puede estar enamorado y al mismo tiempo preservarse, guardar algo, producir, lucrar, invertir, enriquecerse (...) el amor es antieconómico, inflacionario. Cualquier reflexión que provenga de una economía que no sea la del gasto pertenece al sistema del desamor, no del amor. Esta relación no te conviene, escucho decir a menudo, y el comentario me produce verdadero escándalo. Es porque me siento rico (es decir: porque puedo derrochar mi energía, mi atención, mi espíritu, mi sueño, mi ánimo, mi dolor, mi alegría), es porque estoy en el exceso que amo, no lo contrario. No quiero guardar nada para mí" (Solitario de amor)
Estar con ella es una aventura que enfrentamos día a día.
Tenemos, como todos, días malos y malos días. pero cuando las cosas están mal, trato de que recuerde el fondo: el amor.
Así lo superamos. Paso a paso.
Es difícil, lo sé. Muy difícil.
Quizás sea lo más difícil que hayamos intentado hacer alguna vez.
Pero ahí estamos: juntos, intentando vivir una vida que osamos soñar.
"El lenguaje debió nacer así, de la pasión, no de la razón" dice Peri Rossi.
Pues bien: ella es el lenguaje nuevo.
"El lenguaje debió nacer así, de la pasión, no de la razón" dice Peri Rossi.
Pues bien: ella es el lenguaje nuevo.
El compartirlo con los visitantes ocasionales de este blog se debe al orgullo que me embarga y al amor que siento cada vez que la veo: es así, cotidiano, anti-inflacionario. Je! ;)
Para otro post: nuestra historia. Lo prometo.
(Gracias por la indulgencia)
