Sunday, December 31, 2006

Día 11322: 2006

Tenía ganas de escribir una última vez antes de que se acabara el año, y dar cuenta de lo horroroso que son mis finales de temporada: el stress me consume por completo y me seca tanto la cabeza que me hace casi imposible sentarme a escribir unas palabras, ya sea aquí o en todosmoriránenelfuegoquecomience. Iba a dar una breve cuenta del año y mandar saludos y todo eso, pero los últimos sucesos me han dejado noqueado.
Me refiero, como no, a SH. No creo poder aportar nada muy nuevo a la discusión dada entorno a la muerte de éste pero si me quedan amargas sensaciones.
Todo dictador, todo tirano merece un castigo, pero no sé si la horca, o la muerte era el castigo que merecía SH. ¿Cuánta más brutalidad podemos seguir manifestando como seres humanos? ¿Cuánta bestialidad? Imagino a algún iraquí perseguido por Hussein haciéndome callar y reprochándome cuantas atrocidades habrá cometido el susodicho y el porqué debía ser castigado de la forma en que se hizo, pero, lo siento, no me llena, no me satisface.
Nota aparte son los EE.UU. Cada vez más perdidos, más ensimismados en su propia lucha por detener su inminente derrumbe como imperio: quizás no hoy ni mañana, pero pronto. “Todo lo que sube, tiene que bajar”. Hussein fue un producto de ellos que se volvió en contar de ellos mismos: como Frankestein, se transformó en su propio monstruo. No puedo dejar de imaginar, las conversaciones de pasillos que dejaban en claro lo peligroso que era mantener a SH con vida: indudablemente que su muerte será el mejor negocio para el petróleo. Las caras, los susurros, los cuchicheos, la conspiración... no puedo dejar de llorar a Kennedy cada vez que me huele a arreglos en el pentágono o en alguna otra oficina del norte.
En fin. Mejor hablar de cosas más livianas, más alegres.
Como algunos de mis ya casi desaparecidos lectores sabrán, renuncié a mi trabajo como profesor de lenguaje, después de tres años de docencia. Fueron tres años agotadores y demandantes, en donde solo me faltó venderle mi alma al colegio donde trabajaba. Me llevo muy buenos recuerdos de la mayoría de mis alumnos y alumnas; de algunos de ellos, incluso, cariño y amistad. Por ahí va el verdadero feedback de la educación, no me queda duda.
En estos días, de vacaciones/cesantía, me entretengo leyendo, descansando y durmiendo todo lo que no pude en el año, con la incertidumbre de saber en qué volveré a trabajar: un misterio que prefiero ver como aventura, como un nuevo viaje que hay que realizar. Como se lo traté de enseñar muchas veces a mis alumnos de III, “todo desplazamiento físico, implica un viaje psicológico”. Ya veremos donde me lleva la corriente. Estoy tranquilo, eso si, con la certeza de haber hecho lo correcto y con la fe y la esperanza de quien me guía.
Ahora bien, si de 2006 se trata, claramente que Karen fue (y lo sigue siendo) lo mejor del año –y espero que de todos los años venideros. Estar con ella es tan fantástico que a veces me siento atrapado en mi propia ficción, a la espera de que despierte y vea que todo era solo un novela escrita por alguien más. A lo más Unamuno, que se le va a hacer. Karen, lejos, es un regalo. Con ella, nos falta mucho por explorar pero espero que ese viaje en particular alimente este blog en el futuro más cercano... y en el más lejano también: Hay demasiada belleza para renunciar.
Y eso. Les dejo como regalo, un trailer que hicieron mis alumnos de II, a los cuales les pedí la titánica tarea de “adaptar” Hamlet y representarla para sus compañeros: el video a continuación, como dije, es el trailer de la puesta en escena final que ellos hicieron y que demuestra que, cuando uno les da alas a los chicos –y libertad- nunca nos dejan de sorprender. ¡Ojo! Deben conocer al menos un poco de la obra de Shakespeare para disfrutar a cabalidad el avance de más abajo.
Me despido entonces. ¡Feliz año 2007 para todos (¿?) quienes visitan este diario!

Todo lo que estamos diciendo es dale una oportunidad a la paz.


Friday, December 22, 2006

Día 11313

Ya hacía mucho tiempo.
Acabo de recordar porque estudié literatura durante 13 años.
Acabo de volver a sentir la emoción de la lectura, el placer recobrado de que una novela te atrape y te deje en vilo.
Estoy (casi) tan eufórico como la primera vez que te besé.
:)




PS: Brooklyn Follies, Paul Auster.