Sunday, March 23, 2008

Día 11774

La raíz de la raíz de un árbol llamado vida (BOCETOS)

¿De qué se trata todo lo que tiene que ver con el amor?
O al menos, ¿de qué debería tratarse?
¿Qué es lo que debiera hacer o no hacer por nosotros?
¿Qué le debemos al amor?
Nunca he creído en una suerte de amor inmanente. No. El amor es un fruto que surge de la conexión, inexplicable para quien no la ha vivido, entre dos personas. No existe a priori.
Por lo tanto, si es “algo” que crece cuando dos personas se conectan, también es algo que puede “morir” cuando ambas pierden su junción.
Se supone que ambos debieran preocuparse por esta situación: el peligro de que el amor desfallezca. Y sin embargo, día tras día, escucho historias de diversas bocas, con diferentes palabras que me dan a entender que uno de los dos desistió.
¿Qué es lo que tiene el amor que nos eleva más allá de lo que alguna vez creímos podríamos llegar y que cuando lo arrebatan, nos hace golpearnos duro contra el suelo, contra la realidad?
¿Existirá algo más bello, más hermoso, que amar a alguien hasta el final de los días, para siempre?
Amar nos eleva. Nos hace ser mejores personas, o al menos debiera ser así.
¿Por qué, entonces, tanta gente le teme al amor? ¿le teme al amar?
¿Será el daño que les provoca temor? ¿el susto a volver a ser herido por una persona que se supone que debiera hacer todo lo contrario?
El amor nos vuele vulnerables frente al otro, ese aquel a quien decidimos brindarle nuestra vida. ¿por qué entonces llenamos nuestras relaciones con desconfianza, egoísmo, celos, orgullo?
¿Puede el amor sobrevivir a todas estas fuerzas nocivas?
Ciertamente que no.
Siempre he pensado y predicado que uno debe cuidar al amor como cuida una planta. No es una idea nueva y ni siquiera es original. Pero lo creo. Sé que si uno lo hace el amor se transformará en la fuerza más poderosa de nuestras vidas y que nos protegerá cuando se desaten las tormentas. En ese sentido, el amor salva. Nos rescata de la cotidianeidad tediosa del vivir. Nos hace humanos y más que humanos. Para mi, el amor es divino y amar a alguien es, en último caso, amar a Dios o a quien sea o lo que sea en lo que crees. Así por lo menos me he sentido cada vez que he sido bendecido con la oportunidad de amar, verdaderamente, a otra persona.
Y sin embargo, nos rendimos. Nos dejamos estar. Dejamos que muera sin pensarlo.
Estoy hablando, por supuesto, de los amores sanos, no de las perversiones que se originan en nombre del amor. Eso es otro tema que a mi no me toca, ni me interesa.
Por lo tanto, para amar, una persona y en realidad ambas, deben estar sanas. Es decir, limpias, sin prejuicios, con el menor daño posible que pueda interferir o anteponer ideas falsas en la relación: la confianza, así, es lo más importante. Y no sirve a medias, debe darse de forma total, completa, en una entrega absoluta, sin miramientos. ¿es posible hacerlo sin temerle al daño? Oigo reiteradamente la misma excusa: pero ¿y si me hace daño? ¿o si salgo herido?
Prefiero pensarlo así: la posibilidad de amar a alguien es algo tan hermoso que bien vale la pena algunos rasguños de vez en cuando, porque, y esto lo creo de verdad, cuando hay amor, cuando hay confianza y una entrega total, el resultado será superlativo. Estoy seguro. Siempre lo ha sido para mí. Se también, que cuando uno se entrega así, es difícil no salir dañado. Es casi imposible que no te hieran o no herir a otro cuando amas, pero lo que si es manejable es el tamaño de la herida, la intensidad o la intención, incluso. Esto debe reducirse la máximo, y solo el amor y la confianza pueden hacerlo. Es una suerte de círculo vicioso, pero bueno.
Tengo una idea fuerza que me mueve y que tomé prestada de una película y es uno de los consejos que siempre doy cuando alguien me lo pide: ante cualquier duda, uno puede optar por seguir a la razón o al corazón. Si uno le hace caso a la cabeza, tiene 50 y 50 de posibilidades: puede salir bien o puede salir mal. Pero si uno le hace caso al corazón, si uno de verdad logra escuchar lo que le dice el corazón y lo sigue, la victoria será total: Uno se puede equivocar cuando escucha al corazón: puede haber daño; de seguro lo habrá. Pero el resultado final, siempre será positivo. Nada malo puede salir de un corazón bueno. Puede que haya penas y sufrimiento en el camino, pero al final de cuentas siempre se habrá aprendido algo que nos hará mejor personas o que mejorará nuestra relación. No hay remedio. Y créanme que se de lo que hablo. He sufrido, vaya que si lo he hecho, pero no creo que lo haya hecho más que tú o que todos. “No voy a morir de amor” canta Fito Paez por ahí. Está en lo cierto. Nadie muere de amor, afortunadamente para los que hemos vuelto a tener otra oportunidad, desafortunadamente para aquellos que mientras leen esto, están en el fondo del abismo contemplando soluciones descabelladas.

Tuesday, March 18, 2008

Día 11769

Amar como tú amas,
Sentir como tú sientes.
mirar a través de tus ojos...

Día 11769

Cuando desperté, vi que aún seguía corriendo.

Monday, March 17, 2008

Día 11768

Hoy, mientras caminaba, soñé que estabas en casa y me esperabas allí.
Luego, tuve que volver a vivir.