Hoy día, que era uno de los días del nuevo comienzo, en el mismo final, me encontré a Virginia, o es que quizás ella me encontró a mí. Siempre es así.
No es que cualquiera pueda leerla, menos entenderla (no soy uno de esos privilegiados), pero ella y yo, compartimos el mismo halo que muchos ni siquiera vislumbran, porque así son, o eras o serán, que es lo mismo o no es igual, pero que al fin y al cabo, no me va ni me viene. Ellos se lo pierden.
Leí también, hoy, que más allá de Capote, lo único que tienen en común los miembros del nuevo periodismo es que... leen, leían y han leído mucho: es decir, para escribir, hay que seguir leyendo. ¿Por qué razón alguien querría tomar un atajo? Imagino que para tomar el sol en verano.
Vivimos envueltos en finales, desde el primer día en que empezamos a terminar de vivir.
Me das sueño: seguiré esperando el mansaje en la botella, mientras tomo sol en mi isla, que, por cierto, les hacen falta lecturas para poder verla.
Virginia Woolf
Virginia Woolf
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