Día 11675: La felicidad I

Santiago, 1989. Camino por los pasillos de mi colegio en dirección a mi sala, mientras intento hacer el nudo de la corbata: gran problema, no sé hacerlo. Mientras doy vueltas una y otra vez, veo venir los problemas por no tener el uniforme completo. Definitivamente, si pudiera, me ahorraría el mal rato. Pero no puedo: simplemente no sé hacerlo. Así es que, una y otra vez, doy vueltas y vueltas a los extremos y de la nada sale algo medianamente parecido a un nudo, pero extremadamente grande.
Y entonces apareces Tú. Ya he olvidado cuando me enamoré porque ha pasado demasiado tiempo, demasiadas conversaciones, demasiados momentos precisos en los cuales decirte lo que siento y el temor al “no” me inunda, me inmoviliza. Pero tú te acercas, y con esa mirada que solo tú tienes, te detienes frente a mí y señales el nudo. “Qué es eso” me dices. “No está bien hecho. Así no me gusta” mientras tus manos rodean mi cuello, tu cuerpo se apoya en el mío y me envías a otro lugar, fuera del tiempo. No puedo dejar de mirarte a los ojos y mientras lo hago, te digo cuanto te amo, pero tú no escuchas. Y me miras. Y lo sabes. Me sonríes y dices “Ya. Mucho mejor. Así me gusta más” mientras me besas en la mejilla, das la vuelta y te llevas mi respiración.
Un instante lleno de ti. Creo que nunca estuvimos tan cerca.